sábado, 8 de diciembre de 2007

Estado

Cansada de la vida, acostumbrada a no hacer nada, estoy haciéndolo todo, las piernas se me paralizan en la oscuridad, el eco que retumba en mi cabeza y la hace vibrar, hace días que no se detiene, estoy ida, me voy y nadie lo sabe, me voy en mis sueños, me voy en el tiempo, no en el espacio, la materia me atrapa, me absorbe, me deja inmóvil, quieta de deseos de moverme, actúo a veces por inercia, en las mañanas no despierto jamás y en las noches no descanso, mientras mis ojos espantados de luz ya ni si quiera pestañean, están secos, ya ni lágrimas quedan, a pesar de las ganas de soltar el llanto parada en la calle, en el metro, en la micro se autocontienen, nosé hasta cuándo, la tensón es cada vez mayor, la presión es demasiada como para escapar, y si escapo, me atrapan donde sea.. donde sea y como sea... atrapada ya no temo, camino atrapada, duermo y sueño atrapada. Sueños que se me olvidan, que se me confuenden con la realidad. Realidades olvidadas, vida retorcida por la monotonía que me agobia, las rutinas que no lograré seguir, las voces que me abruman con palabras que no deseo escuchar ni entender, voces que no me ven, miradas que me traspasan, no soy invisible, ni lo seré nunca, me ven, me observan todo el tiempo, y me traspasan, sin embargo estoy ida, me fui y no logré escapar.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Domingo

La música ambiental no cesa, no se cansa, las personas dan vueltas empujando grandes jaulas metálicas con ruedas, adentro llevan niños, otros trasladan paquetes de plástico blanco, todos con una misma inscripción. De vez en cuando un hombre muy joven empuja al menos diez jaulas a la vez, esto lo logra debido a que estas tienen la capacidad de ensamblarse.
Algunos de los que deambulan pisando el frío suelo blanco, entran a unos compartimientos muy grandes de vidrio, a hacer preguntas, muchas veces sin respuesta, se alimentan caminan de un lado a otro, se detienen uno tras de otro, como esperando algo. A estas personas no las conozco, yo vengo aquí, como cada domingo, y me siento en una silla negra de metal, a escribir y a leer, a veces algunos se acercan a preguntar algo, por lo general amablemente les respondo, la mayoría de las veces no les satisfacen mis respuestas, a mi eso no me importa. Mientras el sol esta en el cielo celeste de la cuidad, yo permanezco aquí, excepto por una hora, en la que salgo a la pseuda libertad, me estiro en el pasto, y escucho música, y no es ambiental. Luego vuelvo tranquilamente a mi encierro dominical.