domingo, 30 de septiembre de 2007

niña

esta noche
puedo asegurar

que en el mundo entero
no hay nada más hermoso
que los dedos pequeños
del pié
de esa niña
la que duerme
a mi lado
aquella a la que llamé
como a una fruta
al nacer
una semilla
una Almendra
con una cáscara bella
tanto como su interior
de niña pequeña
que duerme
y que sueña
con su madre
besándo
sus pequeños pies

domingo, 9 de septiembre de 2007

Mirando mis pies, camino, veo arena bajo ellos, esta caliente. Avanzo, no tengo rumbo pero avanzo, o quizás retrocedo, quién sabe. Mis pies están desnudos, mis piernas tambien, en algun momento advierto que el resto de mi cuerpo tampoco esta vestido, me pregunto porqué, o para qué, con este calor no deseo vestiduras. Un viento cálido acaricia mi piel, la arena se me mete por los poros, miro al horizonte y sólo veo mas arena, ahora se me mete por la nariz, es como el aire, es parte de él.
Camino, y no siento sed, ni hambre, ni calor ni frio. Solo doy pasos, que han dejado de ser firmes. Cada vez la arena es más agradable en mi piel. Lo único que veo ahora, es el sol, en el amplio cielo celeste, sin nubes, solo celeste. Ahora repentinamente estoy volando y me reparto en miles de partículas y descanso en el aire, en el viento, o talvez posada en la superficie, hacia donde me atrae infinitamente la gravedad.

Viaje

Miraba a través del sucio vidrio que le alejaba, su corazón sentía angustia de partir. Así, de alguna manera advertía que jamás regresaría, no sentiría otra vez aquella fusión entre el cálido sol y la brisa fresca llenándole por completo y provocándole amables escalofríos.
Ahora miraba todo aquello que hace tan poco le envolvía de alegría, pero sentía tristeza, inexplicable tristeza. No lograba ya respirar y su cuerpo no resistía, sentía demasiado frío... no era tan solo el frío que allí dentro había, si no que era el frío que sentía al atravesar con la mirada la suciedad del vidrio.

me dijo que si, yo miré su rostro, por primera vez me miraba am

me dijo que sí, yo miré su rostro, por primera vez me miraba amorosamente, entonces una sonrisa quiso invadirme, pero no dejé escapar la alegría de mi rostro y me la guardé.
Sin pensar me quedé en silencio, continuaba mirándome, esperando una respuesta, al menos un gesto, no fuí capaz, ahí me quedé para siempre, mi cara congelada sin emociones, mi cuerpo quieto, se puso de pie intentando hacerme reaccionar, no lo logró, y yo me quede así, para siempre, escuchando ese sí que esperé tan ansiosamente, y que ahora es lo único que hay en mi mente, retumba